miércoles, 15 de mayo de 2019

Una ética urgente

Sin ayuda de la Inteligencia Artificial (IA) nunca habríamos podido convertir la Tierra en un telescopio gigante para contemplar un agujero negro por primera vez en la historia. Las máquinas nos hacen mejores, procesando los datos y llegando a conclusiones más rápido. Pero no son infalibles: aprenden de los datos que les mostramos, y estos a veces son parciales. Por ejemplo, en EE UU se ha probado que los programas de la policía para evaluar el riesgo delictivo de la población discriminan a los afroamericanos porque amplifican la selección presente en los datos. Amazon acaba de retirar su algoritmo de contratación de personal porque, al ser la mayoría de sus empleados varones, concluyó que lo mejor para la empresa era fichar a hombres. Si cada vez delegamos más decisiones en máquinas, ¿cómo asegurarnos de que hacen lo correcto?
Noticia sacada del periódico El País

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